La semana pasada, publicamos la entrevista con el Dr. José Antonio Meneses Hernández, rector del Instituto Mexicano de Inmunología General e Inmuno Oncología AC. (Imigio), quien nos comentaba que además de factores externos como contaminación, radiación, virus, entre otros, el estilo de vida y actitud de las personas hacia la misma son las causas del cáncer.

Enfatizó que el sistema inmune de una persona sin un sentido de vida, sometida a gran estrés, a una vida de sufrimiento e infelicidad, se deprime y sus defensas no funcionan, por lo que es más fácil que desarrolle cáncer.

Pero hablamos de adultos o ancianos. Y ¿entonces qué pasa con los niños a los que les diagnostican leucemia, bebés que nacen con algún tipo de cáncer o tumor? ¿Qué estilo de vida ha llevado un bebé con tan corta edad? ¿Nos equivocamos?

Es cuando Meneses Hernández nos habla de algo que es la epigenética, nueva ciencia que nos explica cómo actúan los estilos de vida sobre los genes.

Esta ciencia ayuda a entender el desarrollo de muchos tumores, pero además permite explicar por qué hombre y chimpancé son tan distintos si comparten 99% de los genes y otras cuestiones que escapan a la genética, como por ejemplo ¿por qué dos gemelos idénticos tienen enfermedades y personalidades distintas si tienen el mismo ADN?

“Antes se decía con la genética que podrías padecer cáncer o colitis a los 25 años, a los 30 que empezarías a perder cabello o a los 40 padecer del colon, pero con el tiempo se vio que esos diagnósticos no se cumplían, y cuál fue el primer modelo que se vio: los gemelos idénticos, si tienen el mismo genoma, si comparten lo mismo, porque a uno le da cáncer y a otro no, si se supone que genéticamente tienen los mismos genes”, dice.

Asimimismo, asegura: “Esto empezó a dar la chispa de cómo la genética no era todo, y se empezó a estudiar el estilo de vida que habían tenido los dos gemelos y se encontró que fueron diferentes; eso es lo que determinó que uno tuviera cáncer y el otro no, y que pudiera ser algo tan simple: que a lo mejor uno se casó con una mujer que lo hizo feliz y el otro con una mujer con la cual tuvo siempre pleitos, o no pudieron tener hijos”, agrega.

“Entonces, eso interesó a la epigenética y ahora se ha podido ver que el cáncer y otros males no dependen del todo de que un gen se active por sí solo, sino de nuestro estilo de vida, que es el que determina muchas cosas, pero dentro del genoma determina algo que conocemos como la metilación o desmetilación, y esto determina que un gen se active o no, y depende mucho de nuestra actitud ante la vida”, añade.

Y bien, todo esto sigue aplicándose en los adultos, pero regresando a los niños, ¿qué pasa aquí?

Bebés influenciados por el ambiente

Estudios dentro de la psicología confirman que el bebé percibe y recibe las influencias del ambiente. Un experimento lo confirma: se colocó a un bebé en una habitación con un monitor para registrar su frecuencia cardiaca, y en otra a los padres, a los que se les discutir. El experimento registró algo sorprendente: cuando la madre empezaba a alterarse, la frecuencia cardiaca del bebé lo hacía también; a pesar de que el bebé no sabía qué se discutía ni entendía.

Al respecto, Meneses explica que el ambiente en el hogar tiene repercusiones en el bebé: “hay una relación muy grande y sobre todo entre padres y niños, nosotros como adultos podemos percibir cuando un ambiente es pesado o tiene ‘mala vibra’, llegamos a un lugar y decimos no me siento a gusto, o al contrario, llegamos a otro y decimos qué paz hay aquí, entonces estamos percibiendo lo del entorno, que no lo vemos ni podemos explicar científicamente, pero nos causa desasosiego o placer, y bueno esta percepción los niños la tienen muy elevada, por lo que captan aún más y mejor”.

Es decir, que si los padres viven una vida desarmónica, de pleitos y agresiones, todo eso lo recibe el niño.

Meneses asegura que es un tema de difícil comprensión, puesto que los padres no quieren aceptar que han tenido participación en la enfermedad de su hijo.

¿Y adónde queremos llegar con esto? A tomar conciencia -dice Meneses- que si tenemos un niño enfermo, los adultos tenemos mucha participación, los padres, qué podemos hacer, pues rodearlo de un ambiente de armonía auténtica, no fingida, tenemos que rodearlo de un ambiente que invite a vivir y no a enfermarse.

Debemos dar a los niños un sentido de vida

Y aunque parece sorprendente, Meneses asegura que no lo es: “pueden conocer cómo va en aumento el índice de suicidios infantiles, cómo podemos intrepretar que un niño de 8 años se suicide y deje una carta póstuma diciendo que no le encuentra un sentido a la vida, por qué, porque ese sentido no se lo pudieron dar los que estuvieron alrededor, si el niño está feliz, puede jugar, puede desarrollarse armónicamente, ese es el sentido de vida de un niño, entonces, cómo podemos comprender esta situación”, agrega.

Hoy en día es más común ver más suicidios infantiles, problemática que afectaba más a adultos y jóvenes, que “normalmente eran consecuencia de una enfermedad incurable, o por una enfermedad psiquiátrica, pero ahora es en niños, que no están enfermos físicamente ni por una enfermedad incurable, es porque no hemos sido capaces de darle un sentido a su vida, y el cáncer en los niños es por lo mismo”, justifica.

¿Cuál es el compromiso entonces?

El rector del Imigio lanza un compromiso hacia el género humano: “ver más y procurar el bienestar de la familia, procurar que los niños tengan ese ambiente de niño, que puedan vivirlo”.

“Ahora ya no hay niños que puedan jugar, que despierten su imaginación, hace 30 años se pugnaba por la proliferación del empleo de los niños en las guerras, niños armados, con pistolas, jugando a la guerra; pero ahora hay niños que juegan el Nintendo, a matar, que ven caricaturas agresivas, que ven mucha violencia en su casa”, añade.

También llama a los servicios de salud a que pongan su granito de arena: “les saldrá mucho más económico no estar tratando enfermedades, no hacer hospitales para llegar a las operaciones ni a las quimioterapias, sino prevenir, que la gente no esté enferma”.

“Por qué no pensamos más en trabajar en esa integración familiar, esa es la misión del DIF, pero que sea real, entonces necesitamos un cambio si queremos ser una raza diferente, sana, próspera, y no heredarles cánceres, insuficiencias renales, SIDA; debemos heredarles un mundo digno de vivir en donde recuperen su capacidad de imaginar, de crear, que el niño pueda vivir, jugar…

¿Y el de los médicos?

Pero el compromiso no sólo es para los padres, sino también para los doctores, asegura Meneses.

“Vemos a los niños desde edad temprana que andan tomando antibióticos, por infecciones bronquiales, urinarias, pero porque porque los microbios cade vez se vuelven más resistentes, entonces el niño todo el tiempo está enfermo, y qué pasaría si aparte de consultar al niño, los médicos consultamos a los papás, con un enfoque de psicológico-sociológico, y podemos descubrir lo que está pasando; siempre vamos a descubrir algo y entonces podemos hacerles partícipes a ellos en la curación del niño, proporcionarles un ambiente agradable; entonces el trabajo del médico va muchísimo más allá del únicamente recetar medicamentos”, finaliza.

Somos responsables

El cáncer cobra una dimensión mayor, son muchas las cosas que hay que cambiar, y en los niños mucho más. Meneses reitera que los adultos somos responsables de su sentido de vida: “ellos están descubriendo un mundo, les estamos mostrando un mundo lleno de guerra, odio, droga, inseguridad, secuestro; entonces necesitamos que en la casa tengan un mundo deseable de vida, que se puedan ver más cosas de la educación que brinda la TV, que sí enseña, pero cosas que son muy nocivas para la formación, carácter, y personalidad de ese pequeño”.

Dr. José Antonio Meneses
Rector del Imigio.

El mundo de Córdoba
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Ciencia y tecnología
El cáncer en los niños
(Segunda parte)

Agencias Hassan Aldama El Mundo de Córdoba Córdoba, Veracruz (México) 31 de Julio del 2007, 04:12:00

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